Cuantas veces nos hemos encontrado decaídos, fatigados, o con ansiedad, o incluso hemos sufrido cambios bruscos de humor de nuestro acompañante, sin poder atribuirlo a ninguna causa conocida.

Muchos productos que utilizamos en la vida corriente tienen en su composición metales tóxicos. Están en muchos alimentos, en el agua y también en el aire. Estos metales son nocivos cuando la cantidad acumulada en el organismo es muy elevada.

Pero ¿qué son los metales tóxicos?

 Los metales tóxicos son sustancias contaminantes que pueden penetrar en el cuerpo al beber y comer alimentos que los contienen, o podemos inhalar estos compuestos de la atmósfera, la ropa, los cosméticos y los transportes o estar en contacto con la piel y las mucosas.

Una vez que han entrado en el cuerpo humano, se acumulan en los órganos como los huesos, hígado, sistema nervioso y en los tejidos como el tejido adiposo, y allí producen su acción nociva. Producen unos radicales libres que son dañinos para la célula, y ello puede generar enfermedades graves, e incluso ser cancerígeno. Los metales tóxicos pueden explicar la causa de síntomas y enfermedades de relevancia.

Así, elevados valores de arsénico pueden provocar neuritis, conjuntivitis, trastornos gastrointestinales, alteraciones cutáneas, y puede ser un factor de predisposición al desarrollo del cáncer de piel. La intoxicación por mercurio produce temblor, perturbaciones psíquicas y emocionales, insensibilidad al dolor. El plomo se acumula en los huesos largos, hígado y cerebro, con lo que su intoxicación provoca trastornos en el comportamiento, disminución de la visión, vértigos, cefaleas. Podríamos seguir con una larga lista de elementos minerales tóxicos.

¿Cómo actúan estos metales tóxicos? 

El principio básico de esta toxicidad está basado en el desequilibrio de elementos vitales. Es decir, que estos metales reemplazan los minerales vitales en los sitios donde deberían estar. Por ejemplo, el Plomo reemplaza al Calcio, el Aluminio puede reemplazar al Magnesio, etc.

La sustitución de estos minerales vitales, que son beneficiosos, por los tóxicos, bloquea la actividad de ciertas enzimas y provoca un daño metabólico y energético, produciendo síntomas que a veces son de difícil interpretación. Hay en este caso una disfunción fisiológica.

¿Qué se puede hacer en estos casos?

El análisis mineral del cabello abre muchas áreas de investigación que hasta ahora han sido una incógnita. Ello permite hacer una valoración del equilibrio entre metales tóxicos y minerales vitales y así evaluar las defensas orgánicas.La terapia ha de ser nutricional. Y no sólo ha de haber un balance de minerales, sino también una sustitución de los metales tóxicos por los esenciales.

Estos producen sus efectos tóxicos sobre el organismo aún en bajas concentraciones y están hoy considerados entre las sustancias más dañinas y peligrosas para la salud. Algunos minerales, aún en concentraciones muy débiles, son potencialmente cancerígenos, pero usualmente su efecto no se manifiesta, y de ese modo puede desarrollar sus roles fisiológicos gracias a la presencia de antagonistas específicos.

De lo cual puede deducirse que no es suficiente valorar los niveles de los metales tóxicos presentes en los tejidos, sino que también es necesario calcular su relación con los antagonistas fisiológicos.

Para remover los metales tóxicos se usan cuatro métodos simultáneamente:

  • El reequilibrio de las relaciones minerales fundamentales para aumentar la energía.
  • El uso de los minerales antagonistas, para reemplazar el tóxico por el beneficioso.
  • Los agentes quelantes, que inutilizan el metal dañino.
  • El fortalecimiento de los órganos de eliminación.

Mi consejo es que hay que buscar el origen de la enfermedad y rehuir tapar los síntomas con medicamentos. El organismo hay que considerarlo en su totalidad. Siempre será mejor conservar la salud con prevención, y así evitamos la enfermedad..